Unidad 1. Comprender las diferencias entre evaluación tradicional y evaluación para la Formación Basada en Competencias.

1.1 Introducción

En varias partes del curso se ha venido discutiendo sobre el tratamiento de la competencia que en realidad no es novedoso. La innovación, sin duda, radica en la evaluación. Es esta la que ha requerido de “fuertes sacudidas” para que se reoriente hacia el camino que le permita un impacto positivo, que lleve a decisiones para contribuir a mejorar la calidad de la educación. Como plantea Mauricio Contreras “para mejorar la calidad de la educación hay que formar competencias y evaluar resultados de los estudiantes, pero esos resultados no cuentan con un referente único, por tal motivo se necesitan los estándares” (Contreras, 2004).

Es aquí donde está la diferencia esencial entre la evaluación tradicional y la evaluación de competencias:
los estándares se erigen en indicadores de nivel de logro, es decir, en evidencias de dichos logros.

En la evaluación tradicional por supuesto que también se ha hablado siempre de logros, pero estos están centrados en la conducta observable, esperada y eso se toma como un elemento de evidencia suficiente para evaluar bien al alumno. Sin embargo, en la evaluación de competencias, aunque también se evalúa la conducta observable, ésta viene siendo apenas un indicador, un síntoma, entre otros, que nos informa que el alumno se encuentra en cierto nivel de logro en una de las partes o subproceso en que fuimos dividiendo la labor para ir desarrollando la competencia (Contreras Hernández, M. 2004)

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