Arter J. and Paulson, P. (1991) indican que el material de los portafolios,
cuando se trata de niños, debe organizarse en orden cronológico
y por categoría. Una vez organizado, el maestro puede evaluar los
logros del niño. Una evaluación bien hecha siempre compara
el trabajo actual con el trabajo anterior. Esta evaluación debe
indicar el progreso hacia una meta de desempeño estándar
que sea consistente con el currículo y apropiada a lo esperado.
Los portafolios no están diseñados para comparar a unos
niños con otros.
La evaluación del portafolio, como ya se ha mencionado antes,
corresponde tanto a los docentes como a los estudiantes. Desde el punto
de vista del alumno, la evaluación de su propio desempeño
comienza en el momento en que empieza a seleccionar los trabajos que incluirá
en el portafolio. Los profesores pueden ayudar a sus alumnos haciendo
que elijan dos trabajos, uno que les guste mucho y otro que les guste
menos, e inducirlos a que se pregunten, por ejemplo: ¿En qué
son diferentes? ¿Por qué uno es mejor que el otro?
Desde el punto de vista del maestro, los portafolios lo fuerzan a elaborar
con anticipación los criterios a evaluar. A continuación
se presenta un ejemplo de las normas para armar un portafolio de una clase
de ciencias:
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