La mayoría
de las ideas que tienen que desecharse para convertirse en maestro constructivista
reflejan la tradición empírica conductual en que todos fuimos
educados.
La investigación y la teoría revolucionaria de Piaget contradicen
esta tradición. El supuesto básico del conductismo es que
el niño es como un espejo, como un florero o una pizarra en blanco.
Que el niño está vacío psicológicamente e
intelectualmente y que debe ser llenado como un florero o escrito como
una pizarra, o colocado como "espejo para reflejar su ambiente en
forma pasiva."
En otras palabras,
en la teoría del conductivismo o respuesta a estímulos,
el ambiente estimula al niño y saca respuestas de una criatura
esencialmente pasiva. En contraste, Piaget ha demostrado que el niño
no está psicológicamente vacío sino que nace con
sistemas de acción que funcionan como instrumento del conocimiento.
El recién nacido ya actúa en el mundo al mamar o asir objetos.
Aun más ya está elaborando su conocimiento acerca de los
objetos al modificar las acciones de chupar o asir para adecuarse a ellos.
Esos son los orígenes de la inteligencia que se diferencían
cada vez más al ir ampliando el bebé su repertorio de acciones.
Nótese el énfasis en la acción para poder conocer.
Ahora, hay que ser
más específicos acerca de las viejas ideas, que tiene que
hacer a un lado el maestro constructivista, y las ideas nuevas que deberá
implementar. Se han conceptualizado éstas en cuatro cambios acerca
de la manera de pensar del maestro.
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