Emprendimiento de un negocio propio

Oferta de productos o servicios

Introducción

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La pregunta más importante Enrique o Quique para sus amigos, es un emprendedor por naturaleza. Desde pequeño aprendió a hacer negocios con su familia, sus amigos, sus vecinos y sus compañeros de clases. Quique vendía dulces a la salida de la escuela y era tan exitoso en su negocio, que decidió poner una tiendita de dulces para fiestas infantiles en la cochera de su casa.

Con el tiempo, la dulcería de Quique fue tan grande y popular que Quique empleó a su mamá, a su hermano y a su prima para que le ayudaran a administrar la tienda y atender a los clientes.

Como muchos emprendedores, Quique soñaba con hacer crecer su negocio. Así que ahorró y tomó la decisión de abrir dos dulcerías más en su comunidad. Quique no necesitaba hacer ningún diseño creativo de productos para ofrecer, pues él sabía todo acerca de los dulces, llevaba más de 15 años en el negocio, a pesar de ser tan joven.

Tampoco hizo pruebas piloto para saber qué dulces eran los más populares y los que la gente estaba dispuesta a comprar. Quique tomó decisiones sobre los productos y sobre la infraestructura de sus nuevas sucursales y, sin más miramientos, inauguró los dos nuevos locales.

Desde luego, con tan vasta experiencia, Quique sabía perfectamente cómo calcular costos, asignar precios y calcular márgenes de utilidad. Eso lo hacía hasta "dormido". Además Quique tenía una política de precios para minoristas y otra para mayoristas, lo que lo había llevado a ser dueño de una tienda y distribuidor de varias marcas a nivel local.

Incluso, a pesar de que no era su fuerte, Quique diseñó y administró con éxito una sencilla página web de "La Dulcería de Quique", en la cual se desplegaba un catálogo con gran cantidad de productos y se podían hacer pedidos en línea para entrega a domicilio. Quique exploró el uso de las redes sociales y tenía más de 500 seguidores en Facebook y Twitter. Quique se sentía en las nubes, la viva imagen del éxito.

Pero el éxito no llegó. Los dos nuevos locales, montados en forma, con la imagen corporativa que tanto había costado, no dieron fruto. Quique no sabía por qué. Analizó cada producto, su costo, su precio, su margen de ganancia. Analizó la funcionalidad de su página web. Todo parecía estar hecho a la perfección. No había forma de fallar.

Desesperado, decidió probar en Facebook... ¿qué tal si les preguntaba a sus seguidores qué es lo que había pasado? Con cuidado... y con miedo, hizo la pregunta en su página de Facebook: "Si tú fueras el dueño de una dulcería como La Dulcería de Quique, ¿qué promociones harías para incrementar tus ventas?" La reacción de sus seguidores fue de silencio total. Nada. Ni una idea.

Al tercer día un querido amigo de su infancia posteó en su Facebook: "Quique, amigo, la pregunta es ¿cuáles de los productos que vendes le darías a tu familia o a tus mejores amigos?" Y enseguida la reacción en cadena, casi 240 "me gusta" en el comentario de su amigo.

Quique estaba en shock, literal. Se dio cuenta de que por perder de vista lo que lo había hecho tan exitoso en el pasado, había perdido a toda su clientela. La gran pregunta, la pregunta más importante para Quique era:

Quique se dio cuenta de que su negocio dejó de ser confiable por ofrecer todas las marcas habidas y por haber sin haber pasado por él. Perdió calidad, sus clientes ya no sabían, como antes, cuáles eran los mejores dulces, los más ricos y finos para regalar. Antes, Quique solamente ofrecía los mejores dulces, los que él había probado y consideraba que eran los más ricos.

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