Un cruce de caminos en los jardines del castillo,
un banco circular alrededor de un pequeño obelisco...
cae la tarde.
AMANDA
Todavía no lo entiendo. ¿Qué puedo yo hacer
por él, señora? No puedo creer que haya
pensado que yo... y ¿por qué yo? No soy
especialmente bella. E incluso si alguien lo
fuera, ¿quién podría interponerse de pronto
entre él y sus recuerdos?
LA DUQUESA
Nadie excepto tú.
AMANDA,sinceramente sorprendida
¿Yo?
LA DUQUESA
El mundo está tan loco hija mía. Sólo ve desfiles,
gestos, insignias oficiales… debe ser por
lo que nunca te lo habían dicho. Pero mi
corazón no me engaña, casi lloro en Réséda
Soeurs la primera vez que te vi. Para cualquiera
que conociera a Leocadia más allá de
su imagen pública, tú eres su vivo retrato.
Un silencio. Los cantos de los pájaros nocturnos
han tomado ya el relevo de los de la tarde. Los
patios se han llenado de sombras y gorjeos.
AMANDA, muy amablemente
Aún así, realmente creo que no puedo, señora.
No tengo nada, no soy nadie, aunque esos
enamorados... era mi sueño, ¿verdad?
Se levanta. Como si se fuese, ha cogido una
pequeña maleta.
LA DUQUESA, también amablemente y muy
cansada
Claro, querida. Discúlpame.
Ella también se levanta con dificultad, como una
anciana. Se oye el timbre de una bicicleta en el
aire de la noche; se sobresalta.
¡Escucha…es él! Simplemente deja que te
vea, apoyada en este pequeño obelisco en
el que la conoció por primera vez. Deja que
te vea, aunque sólo sea una vez, déjale que
te hable, que se interese de repente por
tu parecido, en esta estratagema que le
confesaré mañana y por la que me odiará;
cualquier cosa antes que esta mujer muerta
que me lo arrebatará uno de estos días,
estoy segura... (la coge por el brazo). Lo
harás, ¿verdad? Te lo suplico humildemente,
señorita. (La mira implorándole y
añade enseguida:) Y además, así podrás verle
tú también. Y… siento cómo me ruborizo
de nuevo al decirte esto. ¡La vida es tan
loca! Ésta sería la tercera vez en sesenta
años y la segunda en diez minutos que me
he ruborizado -le verás y si el pudiera
–¿por qué no él, si es guapo, encantador y
no sería el primero?-, si pudiera tener la
fortuna, que sería la mía también, de ser tu
sueño, sólo por un momento... El timbre
suena otra vez en las sombras, pero muy cerca
esta vez. |
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AMANDA, en un susurro ¿Qué debo decirle?
LA DUQUESA, agarrándola con fuerza del brazo
Di simplemente: “Perdone señor, ¿puede
decirme por dónde se va al mar? ”
Se apresura a esconderse entre las sombras
de los árboles, justo a tiempo. Aparece una
pálida mancha borrosa. Es el Príncipe en su
bicicleta. Pasa muy cerca de la también borrosa
mancha de Amanda junto al obelisco Ella
murmura.
AMANDA
Perdone, señor…
Él se para, se baja de la bicicleta, se quita el sombrero
y la mira.
El PRÍNCIPE
¿Sí, señorita?
AMANDA
¿Puede decirme por dónde se va al mar?
EL PRÍNCIPE
Por la segunda calle a su izquierda, señorita.
Saluda triste y cortésmente, se vuelve a montar
en la bicicleta y se aleja. El timbre vuelve a oírse
en la distancia. La Duquesa sale de las sombras
con aspecto de aún más anciana.
AMANDA, suavemente, después de un tiempo
No me ha reconocido…
LA DUQUESA
Está oscuro… Y además, ¿quién sabe qué
rostro le atribuye él a ella ahora en sus
sueños? (Pregunta tímidamente:) El último
tren se ha ido, joven. De todas formas, ¿no te
gustaría quedarte en el castillo esta noche?
AMANDA, con voz extraña
Sí, señora.
Es completamente de noche.Ya no se las puede
ver en las sombras, y sólo se oye el viento entre
los enormes árboles de los jardines.
CAE EL TELÓN
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