Introduccion

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Llamó a María y le dio el talón de confirmación de su cita en la Secretaría de Economía. María, sólo viendo el listado le dijo a Oscar: Señor Oscar:

El acta constitutiva notariada estaba en el asiento del copiloto de su camioneta el sábado pasado y cuando se la pedí me dijo "luego María, lo primero es lo primero". La solicitud para la Secretaría de Economía, firmada por todos los socios está lista, pues yo la llevé a firma con sus socios y la tengo archivada. El plan de negocio sellado en original y dos copias lo tiene usted, pues cuando yo se lo pedí para archivarlo, me dijo que era un documento muy confidencial y no podría dejarlo en este mueble.

El registro federal de contribuyentes, el permiso de uso de suelo y el permiso de salud, los tengo yo y en aproximadamente cinco minutos los tendrá sobre su escritorio para su cita en Economía. Oscar se quedó lívido al escuchar a María.

Oscar tenía que dar de alta su negocio de comercio internacional, para operar bajo las leyes locales, mercantiles, fiscales y legales. Ya llevaba muchos meses haciendo un plan de negocios y estaba más que claro que su negocio podría ser un éxito; Oscar, para ir avanzando, contrató un carpintero para acondicionar el local, un herrero, un pintor, un auxiliar de oficina y un contador. Llegó el día en que tenía su cita en la Secretaría de Economía para obtener el permiso de importación de mercancía. Tenía por delante casi tres horas para llenar el expediente y juntar todos los papeles necesarios.

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Un poco arrugado, pues lo traía en la bolsa del pantalón, encontró el talón de confirmación de su cita. Ahí decía que necesitaba llevar: • El acta constitutiva notariada
• La solicitud firmada por todos los socios
• El plan de negocio sellado en original y dos copias
• El registro federal de contribuyentes
• El permiso de uso de suelo
• El permiso de salud ¡Cuántos documentos! Le pediría ayuda a María, su auxiliar de oficina, para poder reunir todos estos documentos.

Es cierto, él había tenido el acta constitutiva notariada y el plan de negocios sellado en su camioneta, pero eso fue hasta ayer, pues había dejado la camioneta lavándose después de un fin de semana de aventuras en el río... y ya no los había visto... Ay no, por favor Dios, no lo permitas... ¿y si los había usado para la fogata? Se le fue el corazón al suelo.

Salió como bólido para el auto-lavado, entró hasta las oficinas y nada, su acta constitutiva notariada y el plan de negocios sellado que tantos meses les había llevado preparar no estaban. Oscar calculó el tiempo: lo tenía justo para llegar a la fogata, bueno, a los restos de la fogata... si manejaba a 160 Km/hr, llegaría en menos de una hora, luego buscar esos papeles y regresar directo a Economía, si manejaba a 140 Km/hr. Oscar se dio cuenta de que estaba a punto de arriesgar su vida en una carrera inútil, pues recordaba entre penumbras haber pensado: "sólo son papeles", cuando los chicos gritaban que necesitaban más y más papel para la fogata.

María, como su auxiliar de oficina, muy discretamente le ayudó en todos sus trámites y cuidó todos los documentos como si fueran suyos. Imagínate cuánto tiempo perdió Oscar en su desorden. Tiempo, dinero de él, de sus socios y de su flamante equipo de trabajo. Todo esto se hubiera podido evitar si Oscar hubiera valorado cada documento, los hubiera archivado y cuidado como era necesario hacer. En esta experiencia de aprendizaje conocerás los pasos que debes aplicar, para que no te suceda lo que le sucedió a Oscar. Verás que el secreto es no permitir que se desordenen los documentos a tu cuidado y no permitir que se pierdan, sobre todo los más importantes, los confidenciales y los legales.

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