La discusión
Estudios comparativos demuestran la superioridad de la
discusión sobre la cátedra en 7 de 9 casos (McKeachie et.
al. en Eggen, 1992). En este estudio, los estudiantes que participaron
en la discusión alcanzaron niveles más elevados de retención
y actividades mentales de orden superior. La discusión también
permitió incrementar la motivación de los estudiantes y
mejorar su actitud hacia el aprendizaje. Estos productos de la discusión
no son accidentales ya que forman parte del modelo exitoso de la discusión.
Para estar seguro de alcanzarlos, todo profesor debe tener presente que
al usar la discusión, además de aprender los contenidos
de la materia de estudio, también se busca que el estudiante logre
lo siguiente:
- Aprender a escuchar a
los demás.
- Desarrollar una actitud
tolerante hacia puntos de vista distintos.
- Aprender el proceso de
la democracia.
- Examinar críticamente
nuestra comprensión, actitudes y valores.
- Retar nuestras actitudes
y creencias al contrastarlas con las de sus compañeros.
- Desarrollar habilidades interpersonales.
En una discusión, el profesor debe comenzar por
diseñar la discusión para luego presentar el tema, asunto
o problema y finalmente guiar al grupo durante el proceso, lanzándoles
preguntas estratégicas. El método de instrucción
por discusión requiere de planeación y desarrollo de habilidades
por parte del profesor. Para que ésta sea efectiva, el profesor
debe tener cuidado de 5 aspectos:
-
Seleccionar un buen tema de discusión.
La manera de plantear una discusión
depende de la materia de estudio y del tema a aprender en esa sesión
en particular. No cualquier pregunta o tema de discusión se
presta a divergencias en puntos de vista y genera polémica.
En este sentido podemos decir que existen preguntas o problemas convergentes
o divergentes. Los problemas convergentes
son aquéllos en los que, independientemente del camino que
se siga, siempre se llega a la misma solución. Los problemas
divergentes son aquéllos que no
tienen una solución correcta única. Generalmente los
problemas convergentes están asociados a dominios de ciencias
exactas como la física, las matemáticas, la química,
etc.; y los divergentes, a las ciencias sociales como la política,
la historia, la sociología, etc. Los problemas divergentes
se prestan para discusión por su naturaleza de pregunta abierta
sin respuesta única. Cada estudiante puede tener su punto de
vista y buscar, mediante la argumentación, defender el suyo,
criticar y/o comentar el de los demás. En el caso de los problemas
convergentes, poco puede ser dejado a discusión. Una manera
de lograr que ésta se dé en problemas convergentes es
discutiendo el proceso de solución y no el producto o solución
que constituye el resultado único. Por ejemplo, si existen
diversas maneras de solucionar una problema de respuesta convergente,
es mejor preguntar "¿cuál es el método menos
costoso para solucionarlo?" que simplemente preguntar "¿cómo
se resuelve este problema?".
-
Enfocar la discusión.
Una vez que el profesor comienza
la discusión con el planteamiento de una pregunta o problema,
la función de éste es mantener el enfoque de la discusión
en la solución de esta pregunta o problema (Eggen, 1992). Los
estudiantes tienen una natural tendencia a divagar en el proceso de
discusión. Sin una guía adecuada, una discusión
animada puede derivar hacia un tema irrelevante. El mantener el foco
de la discusión, al ayudarles a los estudiantes a reconocer
que se están saliendo del tema, es una función muy importante
del profesor.
-
Enfatizar relaciones y pensamiento crítico.
Las discusiones exitosas invitan a los estudiantes
a explorar conexiones en sus conocimientos. Para que esto se logre,
se necesita que ellos adquieran previamente un vasto cuerpo de conocimientos
y que sean capaces de aplicarlo. Es por ello que las discusiones son
más exitosas una vez que se ha terminado un tema o unidad de
estudio.
-
Favorecer la interacción.
Para que los estudiantes obtengan el mayor beneficio de las discusiones
es importante que se involucren activamente en ellas. Una labor primordial
del profesor es asegurarse que todos los estudiantes participen. Para
ello se pueden utilizar 2 estrategias:
- Desarrollar habilidades
de registro de participación. El profesor debe desarrollar
habilidades que le permitan llevar un "registro mental"
de quienes han participado y quienes no, para invitar a participar
a estos últimos con preguntas directas.
- Subdividir el
grupo. Si el grupo es muy numeroso
se vuelve muy difícil para el profesor e inclusive, casi
imposible para el estudiante, pues sus oportunidades de participación
se ven reducidas. Lo indicado en estos casos es separar al grupo
en subgrupos más pequeños para aumentar la participación
en la discusión.
-
Moderar y dejar de ser el "centro"
de la clase. Estudios sobre efectividad
de las discusiones han demostrados que es muy difícil para
un profesor dejar su papel de "transmisor de información",
para tomar el de "moderador de la discusión" (Dillon
en Eggen, 1992). Los profesores muestran una marcada tendencia a dominar
la discusión volviéndola "minicátedra"
(Cadzen y Cuban en Eggen, 1992). Para ser moderadores exitosos los
profesores deben:
-
hablar menos
-
escuchar más
-
hacer preguntas que
motiven a los estudiantes a pensar.
-
hacer preguntas que
inviten a los estudiantes a interactuar con el contenido y con
sus compañeros y no a interactuar con el profesor.
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