La cátedra

La cátedra ha sido un método de instrucción ampliamente criticado. Se le acusa de muchas cosas. En términos del marco conversacional de Laurillard (1993), la cátedra tradicional no es interactiva, ni adaptativa, tampoco promueve la reflexión en los estudiantes, sólo el profesor puede expresar su concepción del mundo. Aunque este tipo de aprendizaje ha sido llamado centrado en el profesor, ya que es él quien tiene el control del proceso, el alumno es el que se ve sobrecargado cognitivamente. En efecto: el alumno debe hacer explícita la estructura implícita en el discurso del profesor. También debe reflexionar entre lo que él cree y lo que está implícito en el discurso del profesor, encontrar las diferencias, afrontarlas, y verificar que esto sea compatible con lo que el profesor dijo. Estas redescripciones hechas por el alumno no recibirán retroalimentación hasta que se entregue alguna tarea o ensayo, o se resuelva algún examen.

Paradójicamente la cátedra sigue siendo uno de los métodos de instrucción más utilizados, ¿cómo se explica su éxito?

  • La cátedra se ha usado por más de 800 años. La mayor parte de los profesores fueron estudiantes exitosos en un sistema de enseñanza basado en la cátedra y tienden a defender este método como efectivo, y a repetir los patrones de sus profesores.

  • La cátedra es "eficiente". Se requiere un tiempo mínimo de planeación por parte del profesor. Esto no significa que la cátedra sea eficiente en términos de internalización de conocimientos de los alumnos. Recordemos de nuestro estudio acerca de las teorías cognitivas, en él hablamos de la importancia de que el alumno deba involucrarse activamente para codificar conocimiento en la memoria de largo plazo. Esto no se logra con la cátedra, pues ella promueve la pasividad en el alumno.

  • La cátedra es flexible. Se puede aplicar virtualmente cualquier contenido o tema de estudio.

  • La cátedra es la más simple de las estrategias de instrucción. La discusión, como método instruccional, requiere de un profesor con habilidades de interacción muy específicas, las cuales son complejas y difíciles de alcanzar. En cambio, para la cátedra, basta dominar el tema y por supuesto, tener buena habilidad verbal para expresar las ideas.

  • La cátedra puede ser inspiradora. Muchos profesores defienden la cátedra pues afirman que ésta puede servir para motivar o inspirar a los alumnos. Pero, ¿cuántas cátedras inspiradoras puede dar un profesor a la semana? Y, por otro lado, ¿cuántas cátedras inspiradoras puede "absorber" eficientemente un alumno a la semana?

  • La cátedra puede ser vicaria. La cátedra puede ser usada para "transmitir" la experiencia del profesor a los alumnos. También puede ser usada para dar a conocer un punto de vista personal sobre el mundo.

Recordemos que la cátedra en su forma canónica no contempla ninguna retroalimentación. Muchos profesores reconocemos estas limitaciones e incluimos algún grado de interacción, que consiste generalmente en el lanzamiento de preguntas. Las preguntas permiten que los estudiantes se involucren un poco más en las tareas de aprendizaje. Las respuestas a éstas sirven al profesor para monitorear la comprensión de los estudiantes. En términos del marco conversacional de Laurillard (1993), la respuesta a preguntas de los estudiantes provee una parte del nivel discursivo en el que éstos plantean su concepción del mundo. Sin embargo, el hablar durante 50 minutos y formular preguntas durante los otros 5 minutos a un grupo de 40 estudiantes, provee un nivel discursivo excesivamente limitado.



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